¨Nos amábamos rodando por el espacio y éramos una
bolita de carne sabrosa y salsosa, una sola bolita caliente que
resplandecía y echaba jugosos aromas y vapores mientras daba vueltas y
vueltas por el sueño de Helena y por el espacio infinito y rodando
caía, suavemente caía, hasta que iba a parar al fondo de una gran
ensalada. Allí se quedaba, aquella bolita que éramos los 2; y desde
el fondo de la ensalada vislumbrábamos el cielo. Nos asomábamos a
duras penas a través del tupido follaje, de las lechugas, los ramajes
de apio y el bosque del perejil, y alcanzábamos a ver algunas estrellas
que andaban navegando en lo más lejos de la noche.¨
Eduardo Galeano, en el Libro de los abrazos.
Eduardo Galeano, en el Libro de los abrazos.
Qué lindo Cas! Y mientras la espera los ahogaba en el condimento de otros nombres -de tan lejanos y ajenos- amándose, renunciaron a ser propios...
ResponderEliminarestoy continuamente oyendo aquello de lo que se me excluye; estoy en estado de estupefacción, marcado, cercenado de la popularidad del lenguaje.
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